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¿Es mayor de edad?A principios de julio de 2023 el sector de los grandes vinos volvió a sufrir una sacudida como consecuencia del último gran robo en España. ¿El lugar? Palafrugell, la tienda especializada de Vins i Licors Grau. ¿El porqué? El gran atractivo de los grandes vinos como piezas raras y únicas; y el potencial de revalorización de las mejores botellas.
Hace menos de un año otro gran robo, el del Restaurante Coque en pleno centro de Madrid, acaparó titulares y noticias; y hace apenas dos años tuvo lugar el sonado y mediático robo en el restaurante del hotel Atrio de Cáceres (se llevaron 45 botellas de vinos valoradas en más de 1,5 millones de euros, incluyendo una botella de Château d’Yquem de 1806 valorado en 350.000€).
El fraude en el mundo del vino es tan antiguo como antigua es la cultura de la vid. En la Antigua Roma, por ejemplo, parece probado que existían falsificaciones del vino Falerno —considerado como el vino de los dioses, los emperadores y las clases adineradas de la época; y uno de los primeros en ser exportado a Gran Bretaña—. Su demanda era tal que, en el año 180 d.C., el médico y gastrónomo Galeno puso en duda abiertamente que todo el vino que se comercializaba como falerno pudiera ser auténtico.
Créditos: Insolity
El fraude también proliferó en la época colonial: tal y como cuenta Wine Folly en su artículo dedicado al fraude, algunos comerciantes sin escrúpulos diluían vinos como el Jerez y el Oporto para alargar su producto; o lo falsificaban por completo aromatizando el agua con zumo de bayas, brandy barato, especias e incluso sustancias venenosas como el plomo.
Muchísimos años después, en The Billionaire’s Vinegar, el escritor y periodista del New York Magazine y Vanity Fair, Benjamin Wallace, recreó la historia de un Château Lafite de 1787, que supuestamente perteneció a Thomas Jefferson. La botella fue adquirida por el magnate de prensa norteamericano Malcolm Forbes en una subasta por Christie's en 1985, y por un récord mundial de $156,000, pero pronto surgieron dudas sobre su autenticidad.
La historia del vino cuenta con un extenso relato de estafas, engaños, robos y litigios de grandes vinos que llega a nuestros días con varios momentos cumbre protagonizados en los últimos tiempos. Y es que el sector de los grandes vinos es sumamente atractivo para coleccionistas de todo el mundo: tanto como lo son una obra de arte, un diamante o un gran reloj. Son un líquido objeto de deseo para cuya autenticidad, conservación y seguridad a veces toda medida de seguridad es poca.
Los vinos como obra de colección y activo de inversión
Los grandes vinos –así como el whisky y los relojes— han logrado un lugar de honor entre las inversiones pasionales más rentables de los últimos 10 años. Su interés como bien de inversión no ha cesado de crecer, y grandes son las colecciones que se han forjado a base de pasión, perseverancia e importantes dotaciones económicas: sin ir más lejos, uno de los protagonistas de la obra de Wallace y víctima de varias estafas, el millonario norteamericano William Koch –quien fue clave para desenmascarar a uno de los mayores timadores de la historia, Rudy Kurniawan, en un caso que mencionaremos a continuación–, llegó a poseer una increíble colección de 44.000 botellas (una importante parte de las cuales subastó en 2016 con gran éxito).
Créditos: Birmingham Museums Trust - Unsplash.
El deseo de poseer botellas raras y escasas —a veces, por desgracia, a cualquier precio, incluido el de la estafa y el robo— y, por supuesto, el lugar que se han ganado los grandes vinos como objeto de consumo aspiracional, ligado al coleccionismo y a su interés como bien de inversión, han propiciado capítulos tan rocambolescos como los que estamos mencionando.
Pero si hay una historia que ha generado impacto mediático en las últimas décadas, esa es la de Rudy Kurniawan.
El hombre que fraguó la estafa más importante de la historia
Corría la década de 2000. El dinero circulaba a borbotones en los sectores más acomodados y, como salido de la nada, apareció un nuevo rostro en los círculos de vino de élite en Estados Unidos: Rudy Kurniawan.
Su pasado —opaco, desconocido— contrastaba con el brillo de las lujosas fiestas de cata que el probado estafador ofrecía, y rápidamente se ganaron un hueco en las codiciadas agendas de productores de Hollywood, banqueros adinerados y magnates de la tecnología: Kurniawan parecía tener dinero ilimitado y una habilidad especial para encontrar botellas extremadamente raras. Hablamos, por ejemplo, de vinos como un Petrus de 1920, de un Romanée-Conti de 1945 o de un Château Lafleur de 1947. Palabras mayores en lo que a grandes vinos se refiere.
En pocos años, Kurniawan vendió millones de dólares en vinos a algunos de los mayores conocedores de Estados Unidos y supo fascinar, también, a destacados críticos del sector. Pero detrás de esa apariencia lujosa, Kurniawan ocultaba un secreto: estaba fraguando la más grande estafa de vino de la historia.
Rudy Kurniawan. Créditos: Malang Times
La verdadera historia de Kurniawan
Nacido como Zhen Wang Huang en Yakarta, Indonesia, en 1976, llegó a Estados Unidos en la década de 1990 con una visa de estudiante para estudiar contabilidad en Cal State Northridge. Para 2001, se había establecido en Arcadia, cerca de Los Ángeles, donde desarrolló un fuerte interés por los vinos californianos.
Con dinero que supuestamente provenía de su familia adinerada, comenzó a interesarse en los vinos franceses caros, especialmente los de Borgoña (en los círculos vinícolas tenía varios apodos, entre los cuales el de Dr. Conti por su obsesión por el Domaine de la Romanée-Conti).
En pocos años, aprendió todo lo que pudo sobre vinos, comprando cientos de botellas y tomando notas detalladas de cata. Su conocimiento en vino y las extravagantes sumas de dinero que gastaba le permitieron unirse al prestigioso grupo de cata de Los Ángeles llamado los "BurgWhores", además de otros ampliamente conocidos en los círculos más prestigiosos.
Comenzó a asistir a subastas en todo el país, gastando hasta un millón de dólares al mes en vino. Su reputación creció rápidamente debido a su alto modo de vida y su disposición a pagar ingentes sumas de dinero en las subastas, pero finalmente empezaron a surgir dudas sobre la autenticidad de sus botellas.
El colapso y la investigación
Dos hilos pusieron al FBI sobre la pista de la falsificación de Kurniawan: por un lado, en 2008, William Koch, el multimillonario coleccionista de vinos —quien, como comentábamos algunas líneas antes, también se vio afectado y ayudó a desenmascarar el fraude de las botellas de Château Lafite de 1787 narrado en The Billionaire’s Vinegar– descubrió que había comprado botellas falsas a Kurniawan y presentó una demanda de $3 millones.
Por otro lado, el viticultor francés Laurent Ponsot, propietario de Domaine Ponsot, también comenzó a seguir el hilo de las botellas vendidas por Kurniawan que afirmaban ser de su viñedo, pero que en realidad eran anteriores a la fecha en que su viñedo comenzó a producir esos vinos.
Las investigaciones —que duraron cuatro años– culminaron en un registro llevado a cabo en 2012 por el FBI en la casa de Kurniawan, donde la policía encontró abrumadoras pruebas del fraude cometido a lo largo de varios años:
- Más de 200 botellas de vino antiguas en diversos estados de falsificación.
- Más de 19.000 etiquetas impresas, envejecidas artificialmente, de los 27 vinos más raros del mundo, y notas detalladas sobre cómo fabricarlas.
- Cubos llenos de corchos, lacre, pegamento y plantillas.
- Sellos de caucho con los nombres de famosos châteaux.
- Fórmulas para recrear los perfiles de sabor de añadas raras utilizando una combinación de vinos mucho más baratos.
El estafador fue arrestado, juzgado y condenado a 10 años de prisión por falsificación y fraude, saliendo en 2021 de prisión (fue deportado a su país rápidamente tras la salida). Pero, sobre todo, habiendo cosechado una larga sombra de recelo en el mercado.
Su historia —que recuerda de algún modo a la de Jay Gatsby de El Gran Gatsby por lo enigmático y extravagante del personaje— dejó una pregunta abierta aún sin respuesta: ¿cómo un hombre pudo fabricar millones de dólares en vinos falsos en su cocina en tan poco tiempo?
Créditos: John Murzaku/Unsplash.
Por desgracia, también se convirtió en un escándalo internacional que sacudió el mundo del vino y planteó serias preguntas sobre la autenticidad en el mercado del vino de colección. De ahí que apuntemos a otro aspecto clave: la necesidad de garantizar el origen y trazabilidad de los grandes Vinos.
En total, se calcula que Kurniawan estafó a los coleccionistas entre 35 y 150 millones de dólares a través de ventas privadas y subastas de acuerdo con las cifras publicadas por el artículo dedicado en el diario digital The Hustle.
Comprar grandes vinos con proveedores de total confianza
Robos como los acontecidos en España en los últimos tiempos o casos como el de Kurniawan no son —por suerte— habituales pero, cuando suceden, sacuden los cimientos de la confianza y la seguridad. Por ello, un aspecto totalmente crucial cuando se coleccionan vinos es contar con un proveedor de total confianza y transparencia, que no solo tenga las botellas deseadas, sino que pueda ofrecer la garantía de que los vinos provienen directamente del château o la bodega, y de que además han permanecido en las mejores condiciones de conservación.
Para Insolity, esta es una condición sine qua non en nuestro servicio: nuestras asignaciones de grandes vinos de Burdeos, Borgoña, España e Italia son directas de Châteaux y Bodegas con las que hemos tejido una sólida relación derivada de los 35 años de experiencia de Primeras Marcas.
Equipo de Insolity y Primeras Marcas durante su visita a las instalaciones de J.P. Moueix en abril de 2023. Créditos: Insolity
También nuestras instalaciones reúnen los mejores requisitos para almacenar grandes vinos; siendo especialmente relevante el espacio de guarda de vinos que hemos estado ultimando para nuestros clientes particulares: La Cripta, un lugar donde coleccionistas, inversores y amantes de los Grandes Vinos podrán guardar sus botellas bajo óptimas condiciones de luz e higrometría, con las mejores medidas de seguridad, tal como un banco suizo dedicado a custodiar grandes botellas de vino.
¿Qué puede hacer como consumidor?
No cabe duda de que los escándalos como los mencionados en el artículo pueden dañar al coleccionismo en general y a los productores afectados en particular: por ello, contar con un proveedor de íntegra honestidad y que ofrezca todas las garantías de trazabilidad es el primer paso para evitar verse en una situación no deseada.
La Cripta de Insolity, el espacio de guarda de vinos para particulares
Sin embargo, mientras los grandes vinos gocen de tan alto prestigio y valor aspiracional en términos de colección o como bien de inversión, es difícil evitar que avezados timadores o ladrones no caigan en la tentación de cometer alguna fechoría. No hay forma de evitarlo.
Como coleccionista, inversor o, básicamente, para asegurarse que la botella que se dispone a adquirir es lo que dice ser, puede investigar sobre el productor, la región, la añada u otro aspectos que influyen en el precio y valorización de una botella. Pero lo fundamental es asegurarse que, quien le vende la botella, es totalmente confiable. A más honestidad, trayectoria y prestigio de servicio, menos riesgo.
Y, por supuesto, siempre puede contactar con nuestros expertos en consultor@insolity.com si desea disipar alguna duda o asesorarse para su cartera de vinos. Estaremos encantados de ayudarle en su camino de inversión, coleccionismo y disfrute de grandes vinos.
Responsable de Comunicación en Insolity. Trabajando en el cada día sorprendente sector del vino y los destilados desde 2008.
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