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¿Es mayor de edad?Léon Beyer Gewur.Comtes D'Eguish. 2009 0,75cl
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En la colina de Eguisheim, una de las zonas vinícolas más prestigiosas de Alsacia, se cultiva la Gewürztraminer con la que se produce este vino blanco en las mejores añadas. De cosecha tardía, selección manual y un color dorado característico, Comtes d’ Eguisheim 2009 nos ofrece una copa dulce y aromática. Se trata de una botella con 14 años, aunque engaña: su alta acidez y contenido en azúcar lo dotan de una eterna juventud y le permiten conservarse fresco durante varias décadas. Estamos ante un vino maduro con espíritu juvenil. Un vino blanco diferente que le invitamos a probar para descubrir nuevos aromas, sabores y paisajes. ¿Acepta una recomendación? Pruébelo con comidas picantes o especiadas, como la india o la tailandesa.
”Sorprendentemente juvenil, este vino blanco alsaciano destaca por su característico color dorado. No hay rastro de lágrima. Es un vino fresco, ácido y de baja graduación alcohólica. En nariz, la gewurtztraminer nos sorprende con aromas complejos, dulzones, exóticos y tropicales, además de con un toque ahumado, herbáceo e incluso picante. En boca, se confirma. Su juventud se ha preservado a la perfección y su frescor irradia como el primer día. Dulce, goloso y fresco. Un vino perfecto para maridar con queso azul, picantes, especias o postres.
Even in 2003, Marc Beyer and his team rendered a collection true to their domaine’s principles of dryness, acid-retention, and mineral expression, while for the most part avoiding alcoholic overload or flat-footedness. So I wasn’t surprised that they considered 2009 child’s play by comparison and fielded an often excellent if variable collection. “It was a vintage where you really had to wait,” says Marc Beyer of 2008, “but the fruit kept its acidity; eventually the maturity came up to over 13 (% natural alcohol); and the wines achieved a perfect balance.” Certainly the best of them did, at least. With their tendency to express volatile esters; their often big-boned and angular architecture; and their unapologetic absence of residual sugar, Beyer wines may well strike many of today’s oenophiles and writers as an anachronism, whereas for others of us, they are like a part of the profoundly beautiful village landscapes of Alsace to which we repeatedly return with a sense of comforting familiarity and the knowledge that their slow evolution will be as reliable as their adherence to a traditional style. But that is not meant to suggest that surprises are precluded, and in fact in both 2009 and 2008 there are a number of Beyer wines the likes of which I have difficulty recalling from this address or any other. Leer menos